Oye: bajo las ruinas de mis pasiones, Y en el fondo de esta alma que ya no alegras, Entre el polvo de ensueños y de ilusiones Brotan entumecidas mis flores negras. Ellas son el recuerdo de aquellas horas En que presa en mis brazos te adormecías, Mientras yo suspiraba por las auroras De tus ojos, auroras que no eran mías. Ellas son mis dolores, capullos hechos; Los intensos dolores que en mis entrañas Sepultan sus raíces, cual los helechos En las húmedas grietas de las montañas. Guarda, pues, este triste, débil manojo, Que te ofrezco de aquellas flores sombrías; Guárdalo, nada temas, es un despojo Del jardín de mis hondas melancolías. Guárdalo, nada temas, que es un despojo Del jardín de mis hondas melancolías.