No sé si ves que en esta deuda de mi amor está su voz. No sé si olés, en el clavel del aire, nuestro adiós. La Pasionaria levanta su pollera, y en esa dulce espera el agua que enviudamos es parte de sus manos, que tocan y confiesan. Es aire que regresa. No sé si oís, en el lamento del panal, su corazón. No sé si abrís, el ojo que la vio tendida en el dolor. La Pasionaria levanta su pollera, y avisa que han quedado los panes en la mesa, y el río que se lleva el manto, que han bordado mujeres y promesas. La Pasionaria levanta su pollera, y abriga al que ha quedado desnudo de la suerte, con un tocado quieto de almendros y de vino, y alivio de la muerte.