En el altar mayor de mis dolores vivos Hay mil obscuridades y de cirios no encendidos Y ahí, un corazón crucificado En la cruz del dolor que tu ausencia ha dejado. Tú fuiste la pasión, tú mi Semana Santa Mis espinas, mis llagas, mi sudario de manta Y así me fui contigo hasta el Monte Calvario Con la fe y devoción de quien reza el rosario. Después la tempestad la esperanza y el fin del martirio Y la resurrección que nunca llega, que nunca llega ¡No hay gloria! Hoy tan sólo han quedado de mi Semana Santa Las espinas, las llagas, el sudario de manta Y un pobre corazón crucificado...