Qué bonito es el sol de mañana al regreso de la capital; ay, qué linda se ve mi serrana cuando va corriendo por entre el trigal. Ya se ve la barranca y el puente y mi perro me viene a encontrar; el sembrado se queda pendiente porque ya los bueyes no quieren jalar. La humareda de mi jacalito ya se extiende por todo el trigal y en el fondo se ve el arroyito que todas las tardes me suele arrullar.